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Cuidados, comunidad y transformación
Por una acción social emancipadora. Otra acción social es urgente

El Gancho, Zaragoza

Cuando los yonkis eran nuestros hermanos

Adolfo Allué Blasco.- Todo esto es real, ocurre y al que le coge cerca le asusta (a mi también me asustaría). También es real cuando te mueres en un accidente de trabajo por la condiciones en las que obligan a trabajar, te dan un palizón los antidisturbios o cuando te agrede o mata tu marido.

También es real la delincuencia callejera e incidentes violentos en La Cañada Real o Las Tres mil viviendas. Parece que la pobreza sin expectativas de salir de ella genera violencia. También era real la delincuencia callejera, broncas etc.. que se han dado en el Gancho, la Madalena y otros barrios de Zaragoza en épocas pasadas. Vamos que todo esto no es nuevo.

En los barrios pudientes los robos que allí se organizan se llaman ingeniería contable y son escasas las personas que hay en la cárcel por delitos inmobiliarios o financieros. La violencia asociada a la droga que se consume en La Romareda, Montecanal, Plaza San Francisco o el entorno de Santa Engracia se da muy lejos. Los muertos en los ajustes de cuentas por esa cocaína se quedan en Colombia, o en Marbella como muy cerca.

Pero quería hablar de dos cosas. De la afirmación "la izquierda no tiene una política" para delincuencia callejera. Nuestras propuestas no serían efectivas de forma inmediata, como si llenar de policías una mañana el Gancho sirviera para algo. No estaría de más recordar que cuando luchamos por la distribución de la riqueza (mejores salarios, cumplimiento de la legalidad laboral, que las grandes empresas no se queden con todos los nichos de negocio, recursos a la sanidad y educación pública) estamos luchando contra la delincuencia callejera. Si uno sale con la catana por la calle porque otro no le pagó la droga hay que efectivamente detenerlo, pero para poco más sirve la policía. Luego tendrá que ver la sociedad si quiere mover el culo por una distribución de la riqueza. Y sino pues habrá miseria, desesperación y violencia. Y eso que la gran mayoría de la gente que vive al límite no entra en espirales de delito y violencia.

Por otro lado prueben ustedes a vivir seis meses como vive la gente depauperada y veremos como se comportan en el día a día, si les sube o les baja el civismo.

Hay una parte de la sociedad que proponemos otros paliativos a las peores situaciones (servicios sociales, planes específicos de empleo, autoorganización comunitaria...) y a medio y largo plazo la citada distribución de riqueza y, sobre todo, de las oportunidades de trabajar y de democratizar la economía.

Yo lo que si veo en la "izquierda" es poca rabia con lo que está pasando socialmente, y falta de empatía con los nuestros en peor situación. Y esto me lleva a lo segundo.

Recuerdo los yonkis cuando eran nuestros hermanos, amigos, hijos... Y era un desastre. En primer lugar para ellos. Muchos, muchos murieron. El Sistema no inventó la heroína pero dejó que rulara. Lo que inventó fueron las condiciones sociales de paro y falta de expectativas que propulsaron su consumo masivo. Y la heroína les hizo un trabajo excelente.

Los yonkis robaban. Robaban a sus padres, amigos y a cualquiera que pasará por la calle, fuera abuela o joven. Sectores minoritarios denunciaban la falta de políticas reales para atajar el drama. La respuesta mayoritaria fue la cárcel, las "patrullas ciudadanas" que algunos rescatarían con gusto y sobre todo que se fueran muriendo esos jóvenes.

Al final el Culto (las iglesias evangélicas) sacaron a algunos de ahí pero sobre todo cambiaron las tendencias acerca del consumo de drogas y la situación económica (del paro y la heroína, se pasó a un aumento del trabajo en el turismo y la construcción y la cocaína -es más complejo pero por ahí va-).

Ahora en "los yonkis" han cambiado un poco el país de origen o el de sus padres o abuelos, como ha cambiado en muchos sectores laborales (desde los cuidados a la recogida de la fruta, mataderos o la construcción). Y ese cambio relativo de piel parece que nos aleja más de esas situaciones, de esa gente a veces violenta y siempre desesperada.