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Cuidados, comunidad y transformación
Por una acción social emancipadora. Otra acción social es urgente

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Presentación de «Si no hubiera privilegios no habría miserias» en la Repartidora

Doni Arocas Tortajada. Educadora y Trabajadora Social.- Si nos adentramos en el mismo, nos encontramos -desde “STOP Desahucios Bidasoa”, Asdecoba -colectivos en red- “barrios y menores-Parke Alcosa”, “Ningunas Santas”, “el Ganchillo social”, “RBI frente al patriarcado”, “Antiracismo”, “la precariedad mas allá de lo laboral”, “pobreza y desigualdad”, “¿qué Trabajo Social soñamos?”, “el conflicto capital vida”, “viaje al corazón de la bestia”... hasta “reparto sí pero de la riqueza”, con iniciativas sociales críticas, transformadoras y por ende emancipadoras que se han llevando a cabo, que se están llevado y que seguirán llevándose en diferentes lugares, localidades, barrios, ciudades, pueblos del Estado Español y de otros continentes, por gentes que han sabido construir vínculo, apoyo mutuo y vida en el centro, compartiendo cuidados, experiencias, reflexiones en formas de colectivas, iniciativas sociales, experiencias universitarias, experiencias institucionales todas ellas situadas en el marco de este sistema capitalista, patriarcal y racista.

Y digo situadas, porque como diríab D.Harawuai (1987) en Conocimientos situados “todas ellas formas de conocimiento encarnados, situados, donde desde la reflexión y desde el enfoque feminista de las ciencias y el género ponemos en el centro tres dimensiones fundamentales: a las personas como sujetos que conocen frente a la epistemología sin sujeto cognoscente, al carácter situado del conocimiento frente a la tradición de las visiones desde ningún lugar -objetividad de la ciencia- y el nexo entre conocimiento y poder frente a la hipótesis clásica de la neutralidad valorativa de la ciencia”.

Quien me iba a decir que desde nuestras prácticas emancipadoras –tuve mi participación activa en el Colectivo de Jóvenes y en el colectivo de Mares Fadrines de la Coma-Valencia, desde 1995 al 2000,- periféricas, invisibles, (des)valoradas, despreciadas.. situadas en contextos de marginación, de violencia, de sufrimiento, de dolor, de empobrecimiento, de desigualdad, de injusticia social… estábamos-estamos-están construyendo conocimiento desde abajo, desde la calle, desde la reflexión y el vínculo, desde las personas afectadas, desde lo comunitario: Centro de Día Julia, grupo de teatro chapao, película “Tarara de Chapao”, iniciativas de autoempleo, huertos ecológicos y comunitarios, tienda de reciclaje…

Pero si nos encontramos en una época de incertidumbre como dice D. Muñoz fruto del sumatorio: de las sumas de las precariedades (laborales, de subjetividad y de identidad) unida al incremento de los mercados financieros y a la tecnificación en el marco del Paradigma del capital humano (G. Becker, 60) “surge en los 80 haciendo referencia a la competitividad y a que la riqueza de las naciones está en la acumulación del conocimiento de forma individual, donde los individuos son propietarios de su capital el cual tienen que cuidar” y además son empresarios/as de ellos/as mismos/as, como dice M. Foucault en el concepto de Biopolitica “los individuos se subjetivizan, se piensan con los intereses de quienes les gobiernan, no necesitando control, porque ya se controlan” y donde además tenemos que ser atractivos/as como sujetos, como dice (M. FeHer, 2007), a la vida hay que sacarle la máxima rentabilidad, pasando del individualismo posesivo al individualismo especulativo, donde lo que más vale es saberte vender al mercado, en el marco de una sociedad injusta, desigual y donde además los adjetivos que la definen se convierten en sustantivos relegados y abandonados, me pregunto: ¿porqué la mayoría de las personas tienen dificultad para identificarse con las necesidades comunes, con lo común? y por otro lado ¿qué nos ha llevado a las que estamos presentes a unirnos, a construir apoyo mutuo, compartir vidas, recursos en este paradigma del capital humano?. Sin duda considero que la capacidad humana de tener conciencia, de mirar la realidad y analizarla desde las relaciones de poder, incorporando las categorías género, clase, raza, hemos construido prácticas sociales basadas en la cooperación igualitaria, de apoyo mutuo ( P. Kropotkin, 2016), hemos reinvidicado derechos sociales, una RBis, como dice (M. Foucault 2007) la revalorarizacion de las experiencias construidas en confrontación con el poder, donde nosotras, las personas seamos protagonistas de nuestra propia emancipación.

Y estamos en ello, no sin admitir que no nos ha sido fácil, porque además de las contradicciones y dificultades que tenemos y hemos tenido en nuestras prácticas y colectivos (¿donde está la efectividad de la equidad de los cuidados?, ¿que pasa con nuestros egos?, ¿de verdad tenemos relaciones igualitarias?, ¿seguimos las mujeres siendo las secretarias?, como llevamos el buen trato?, ¿ dónde están esos espacios informales de encuentros que nos permiten reconocernos como personas sentipensantes -como reivindica Penelope-…..) nos han acompañado por un lado unos Servicios Sociales precarizados (económico y laborales) y cada vez mas privatizados y por otro un TS, muy alejado de lo que T. Zamanillo lo entiende “TS como proyecto teórico- práctico, ético-político”, neutral, deshumanizado y al servicio de las estrategias de poder, centrado en casos individuales, en una obstinación por la subjetivación de las personas marginadas al servicio del mercado (cuando sabemos que desde el Tratado de Mastric se nos dijo que no había empleo para todas las personas), tratando a las personas como objetos y no sujetos… unas prácticas de acción social asistenciales y controladoras alejadas de lo que la filosofa M. Nusbaumm define en sus narrativas imaginadas “capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, e imaginar su bibliografía de vida, sin juicios ni valores”, .. y así es como las llamadas “usuarias” se han subjetivado, sin derechos sociales subjetivos ni efectivos ni afectivos.

¿Pero significa que todo el TS ha sido así? La implementación de la ley LAAPAD en 2006, coincide con el momento en el que me incorporo a los Servicios Sociales de Requena, dicha ley es la primera que se reconoce como un derecho subjetivo, en este caso el reconocimiento de la situación de dependencia. Este reconocimiento para mí ha supuesto un antes y un después en el desarrollo de los actuales servicios sociales, ¿por qué?. Porque era tanta la precariedad profesional y laboral unida al escaso desarrollo legislativo, instrucciones… y la conciencia de injusticia social que teníamos que un grupo de profesionales comenzamos a trabajar en red, a auto apoyarnos y a comenzar a desarrollar nuestros conocimientos y compartirlos, a reivindicar en los despachos y en la calle ese derecho subjetivo -plataforma defensa de la dependencia- y porque nos ha obligado( sí o sí) a las profesionales a reivindicar, y garantizar ese derecho junto con las personas, consiguiendo ir por delante de la propia administración, todas podemos estar al otro lado.

Necesitamos la conciencia y el conflicto social para seguir caminando hacia una sociedad justa entendida como a través del vinculo social podemos construir de forma cooperativa e igualitaria una sociedad justa garantizando la libertad a todas las personas (Bakunin) y seguir cuestionando el poder y por ende al TS oficializado así como a las instituciones, a la Universidad de Ciencias Sociales (tan académica, neutral y cerrada) desde donde estamos, desde nuestras prácticas y experiencias, de lo contrario llegaremos a situaciones como las que vivimos en la actualidad, donde la línea del conflicto social está difuminada y la dicotomía institución –movimiento social prácticamente unificada. Al tiempo, no me gustaría dejar de lado la reflexión de que si situamos la vida en el centro ésta sea interdependiente y transite hacia lo común con otras vidas y no se queda ensimismada en la propia.

Os invito a la lectura de este libro que es un ejemplo y puede ser un referente para aquellas subjetivaciones subersivas al paradigma capital vida.